domingo, 22 de diciembre de 2013

Este es un poema de amor.

Aunque nada me conmueva,
y la lírica no sea nueva
o sea un simple impulso el que me mueva.
Este es un poema de amor.

Aunque no confiese una verdad,
o no hable sobre la adversidad,
aunque me aburra en Navidad.
Este es un poema de amor.

Aunque escriba sobre muletillas,
o del uso cortés de las comillas
o sobre alguna musa y sus mejillas.
Éste es un poema de amor.

Aunque hable del comunismo,
ateísmo, anarquismo, consumismo,
socialismo, ocultismo; es lo mismo.
Este es un poema de amor.

Aunque no sea psicólogo,
o astrólogo, o teólogo,
u odontólogo. Qué mal prólogo.
Éste es un poema de amor.

Aunque no sea tan profundo
el jocundo pero inmundo
secreto vagabundo del mundo.
este es un poema de amor.

Aunque defienda la eutanasia
y mantenga la falacia
qué bonita antonomasia.
Este es un poema de amor.

Y el juego de palabras chuscas
sea más que fino, sea brusca.
La suerte está en quien la busca.
Este es un poema de amor.

Y aunque no lo parezca,
aunque nadie lo merezca
y aunque por nadie sienta dolor.

Este es un poema de amor.





lunes, 9 de diciembre de 2013

Ricardo Allende (Nombre provisional) - Capítulo I. Historias Cruzadas.

¡Hola, a todos!
 Abordo este pequeño proyecto a modo de serie. Subiré los capítulos a medida que los vaya escribiendo. No hay un lapso de tiempo determinado entre el que subiré cada episodio; podría ser dos días, una semana o quince días. 
Sin más preámbulos me enorgullezco de compartirles el primer capítulo terminado definitivamente, espero y sea de su agrado. 

Descripción:

Quiroz, una ciudad de oportunidades y oportunistas. El paraíso de los contrastes. las mafias y los carteles se disputan un trozo de pastel de ésta metrópolis.

Ricardo Allende es un joven taxista sin ningún porvenir a corto plazo, vive una vida sencilla sin muchas dificultades trabajando arduamente. Pero la vida que ha llevado da un giro de 180 grados cuando conoce a Hirley Cepeda, un miembro importante dentro de la organización criminal de Don Santana, el hombre más poderoso de Ciudad Quiroz, y se ve involucrado en medio de una cruenta guerra entre mafias. Su vida dependerá de las decisiones que tome a partir de este momento y por supuesto,de sus habilidades de supervivencia e ingenio, mientras intenta escribir su nombre en los almanaques del hampa de Quiroz. 



Capítulo II.

Historias cruzadas

Hirley y David caminaban por la acera. La noche era oscura pero tibia como todas las noches en Ciudad Quiroz. El destino los esperaba dentro de la arquitectura del restaurante italiano Barzzini’s. Se había propuesto un lugar neutral para esta reunión, un sitio en donde ni la organización de Hirley y David, ni la organización con la que pactarían tuviera ninguna clase de ventaja de campo. Ninguno se sorprendió cuando, en la puerta del punto de reunión, los esperaban cuatro hombres de rasgos mongoloides con trajes completamente negros.
-          Caballeros. – Dijo uno de ellos con la mirada serena sin la más mínima pizca de simpatía y con un acento oriental muy marcado. – El señor Ishimura los está esperando.
-          Pues no lo hagamos esperar más. – Dijo Hirley con una sonrisa fingida.
-          Síganme. – Contestó el mismo sujeto.
Los guío a través del elegante restaurant europeo hasta una mesa que se encontraba justo en medio del recinto en la segunda planta, en donde rodeado de varios de sus hombres, unos tres rodeando a la mesa, y unos ocho distribuidos en todo el segundo piso, los esperaba el señor Ishimura. Era una mesa redonda de madera cubierta con un mantel de cuadros blancos y rojos.
-          Tomen asiento, por favor. – Invitó el hombre más próximo a la derecha de Ishimura. – En nombre de nuestra organización, les doy la bienvenida. Permítanme presentarme, mi nombre es Hiyata Montawa y a mí se me ha concedido la bendición de ser el intérprete de esta noche. Ustedes deben ser Hirley Cepeda y David Peraza respectivamente. Es un placer.
-          El placer es nuestro. – Contestó Hirley arrastrando una silla para tomar asiento, gesto que fue imitado por su compañero.

El Señor Ishimura, pilar importante de la mafia japonesa en Ciudad Quiroz, líder de los Yakuza de Puño Blanco, un clan de alto rango dentro de la organización. Había sido enviado a los Estados Unidos Mexicanos para comenzar a expandir sus negocios dentro de Latinoamérica, porque es bien sabido dentro de los líderes criminales y no criminales: Quien controla el tercer mundo, lo controla todo. Mano de obra, materia prima. Todo.

Don Ishimura declaró algo en su idioma natal, con lo que Hiyata tuvo que acercar su oreja más próxima para captar cada una de las palabras para poder traducir al castellano.
-          El Señor Ishimura dice: Tengo entendido que ustedes dos tienen información muy valiosa que le hará mucho bien a nuestro convenio.
-          Por supuesto. – Dijo David. – Pero primero, si no es mucha molestia nos gustaría ordenar algo antes de comenzar a deslizarnos a asuntos más profundos.
Hiyata se apresuró a traducirle a su jefe.
-          ¿Qué me recomiendas de este menú, David? – Preguntó Hirley. -¡Todo aquí son pastas y más pastas!
-          Ordena lo que sea. – Contestó David, «Si al fin y al cabo todo terminará en cualquier momento», pensó.
-          Agradecería que se dispusieran a hablar, caballeros. – Intervino el traductor. – El Señor Ishimura es un hombre muy ocupado y queremos hacer de esta reunión la más breve posible.
-          ¡Ah! Claro que sí. – Dijo Hirley. – Espere un segundo. ¡Hey, mesero! ¡Sí, joven, aquí! ¿Podría traerme algo de vino? No, es todo por ahora. ¿Tú quieres algo, David?
-          No. Así estoy bien.
-          ¿En dónde estábamos?
-          En la información. – Agregó Hiyata.
-          Claro, claro. Hablaré por pausas para que puedas traducirle a tu jefe. Tenemos un mensaje importante de Santana. Es una noticia tácita que la organización que su jefe y usted representan están aquí por un solo motivo: Expansionismo.
-          ¿Por qué supone eso?
-          Porque ¿Qué otro motivo tendría una de las mafias más antiguas del mundo en una ciudad como esta?
-          Esos son asuntos internos que no podemos comentar.
-          Entiendo. Pero  quiero dejar algo en claro: Se están metiendo en donde no deben.
Al traducir esto al japonés, los tres hombres que rodeaban la mesa se miraron mutuamente. Uno de ellos pasó la mano a un costado del dorso, como buscando el mango de un arma.
-          Pero tranquilo. – Continuó Hirley para apaciguar a los hombres de Ishimura. – No venimos aquí para amenazar a nadie. El negocio en esta ciudad está distribuido de la siguiente forma: Los Corneria en el norte, El Cartel del Diablo en el noreste, las Triadas en el oeste, y nosotros en la zona central y sur. Si ustedes quieren expandirse de verdad necesitarán un aliado, alguien que pueda cubrirles las espaldas en lo que se hacen un nombre. Claro, por una cuota razonable.
El señor Ishimura sonrió con interés cuando escuchó estas palabras trasladadas a su idioma natal.
-          Aquí tiene su vino, señor.
-          Muchas gracias. – Hirley bebió un sorbo largo y dulce. - ¿Y entonces, qué les parece?
-          El Señor Ishimura está verdaderamente interesado en la propuesta de su jefe, pero le gustaría que desmenucen más la información antes de poder llegar a un porcentaje favorecedor.
-          Claro. David, te toca.
-          Tenemos entendido- continuó David. -  que los intereses de su organización rosan constantemente con los de los chinos. Si ustedes están dispuestos a negociar, nuestro jefe, el Señor Santana, no solo propone protección, sino también recursos tanto armamentísticos y humanos en contra de las Triadas.
-          Ojalá hubiéramos encontrado un aliado como ustedes hace 50 años. Pero ahora viene la parte importante. ¿Cuánto?
-          Tomando en cuenta las ganancias de los primeros años, que no serán muchas, y la inversión que nuestro jefe hará para poder asegurar su expansión hablamos de alrededor de… El 70% de las ganancias.
Cuando Hiyata terminó de traducir la propuesta, el interés de su jefe se deshizo por completo. Se paró de golpe de su silla y comenzó a orar palabras en japonés de una manera que cualquier persona meramente  consiente hubiera captado como altisonantes. Sus hombres se levantaron junto con él con armas en las manos, creyendo que su jefe estaba en problemas. Hirley y David se mantuvieron impasibles en sus asientos. Hirley bebió de su copa de vino. Cuando el señor Ishimura terminó su discurso, se limpió la frente, se arregló el traje y tomó asiento nuevamente, entonces le dijo algo a su intérprete para comunicárselo a sus invitados.
-          El Señor Ishimura pide una disculpa. Dice que a menudo deja llevarse por sus emociones.
-          Descuide. – Dijo David asegurándose con el rabillo del ojo que los secuaces del japonés ya habían guardado sus armas y se habían regresado a sus respectivas mesas cuando continuó. – la verdad es que el señor Santana tiene otro comunicado para ustedes.

Y de repente con en abrir y cerrar de ojos Hirley sacó de su costado un arma de nueve milímetros y antes que su anfitrión pueda abrir la boca de sorpresa le colocó una carga de plomo entre los ojos. Con un elegante movimiento de manos le clavó otra bala a Hiyata en la garganta. Cuando volteó a su compañero, David ya tenía una pistola de nueve milímetros en cada mano y le perforaba el dorso a los tres guardaespaldas que rodeaban la mesa. Antes que los hombres que se encontraban en las mesas del rededor lograran sacar sus armas para abrir fuego contra los hombres de Santana, Hirley pateó la mesa contra los secuaces que tenía enfrente, causando confusión entre ellos con lo que logró ganar uno o dos valiosos segundos. Ambos lograron agacharse a tiempo que una descarga de fuego pasaba zumbando sombre su cabeza. Uno de los hombres que David tenía en su costado izquierdo había sido herido por una bala perdida de fuego aliado. Con un rápido movimiento logró descargar ambos cartuchos sobre una hilera de cuatro sujetos que se acercaban por la entrada de las escaleras con armas pesadas. El que encabezaba el pelotón fue herido en una pierna, cayendo de inmediato y haciendo tropezar con su cuerpo a sus compañeros de atrás. David aventó sus armas al suelo y sacó un revólver de 45 milímetros con el que arrebato la vida a dos de los atacantes que habían  tropezado y se acercaban violentamente con ametralladoras automáticas que claramente tenían preparadas con anticipación por si la situación se salía de control. Hirley mientras tanto recargaba su arma para tratar de contener a los hombres que se atrincheraban tras las mesas del restaurant. Todo era un caos.
-          ¡Tenemos que salir de aquí, maldita sea! ¿Dónde guardó Claudio el arma automática? – Gritó Hirley entre los relámpagos que emanaban los disparos.
-          Dijo que estaría en la segunda mesa a la izquierda de la nuestra.
-          Con este desmadre ya ni sé cuál es mi izquierda.
-          ¡Ahí está!
-          ¡David, cúbreme mientras yo voy por ella!
Hirley corrió a gachas con el antebrazo rodeándole la cabeza hasta que llegó a una mesa en donde un miembro de los Yakuza había caído muerto. Tanteó debajo de ella hasta que sintió con el tacto los burdos relieves del mango del subfusil automático UZI.
-          ¡Hirley, maldita sea, vienen de la primera planta, no podré retenerlos por mucho con esta arma!
Un pelotón de sicarios subía la escalera, pero Hirley no conseguía quitarle el seguro al arma que acababa de encontrar.
-          ¡Hirley, con un carajo! ¡¿Dónde estás?! – Gritaba David apretando el gatillo de su revolver con disparos de fuego de cobertura. Usaba una mesa de madera como escudo a pesar de que ésta podría ceder fácilmente al metal de una descarga de plomo. Hirley jalaba con desesperación el seguro pero éste se negaba a acceder.
-          ¡Me estoy quedando sin munición! – Gritó David hiriendo en el hombro a otro individuo que subía a la segunda planta del restaurant cargado con un AK-47. Detrás de aquél malherido sujeto, llegaba otro que, apartando de un golpe a su compañero, apretó el gatillo de su automática contra David. Una docena de balas de 7,62 milímetros impactaron contra su dorso, extremidades y cuello.
-          ¡DAVID, NO! – Gritó Hirley mientras tiraba con todas sus fuerzas del seguro del subfusil que accedía de una buena vez. Descargó una decena de balas contra el asesino de David antes de correr hacia el cuerpo agujereado de su amigo. Se hincó ante él tratando de encontrar una señal de vida, pero la esencia de lo que alguna vez fue su viejo colega se había esfumado ya. No se lamentó. No era el primer amigo que perdía debido a los negocios de Santana, y seguramente no sería el último. Corrió y bajó las escaleras a la primera planta de dos en dos, se encontró un oriental en el descansillo pero lo abatió de un golpe en la nuca con la culata del arma para luego clavarle una ráfaga corta de disparos en el pecho. Un par de hombres lo esperaban en la planta baja, en eso, otro par salía de la puerta que daba acceso a la cocina que se encontraba a unos siete metros de él. Descargó las últimas treinta balas del cartucho de la automática contra sus atacantes, pero ya no para asesinarlos, sino para abrirse paso, porque sabía que de donde vinieron esos dos últimos sujetos también vendrían más y ya no tenía ni la compañía ni los recursos necesarios para devolver el fuego. Sus disparos aleatorios dieron en el blanco a uno de los sujetos orientales y fueron suficiente para que los otros tres se pusieran a cubierto el tiempo suficiente para que Hirley pudiera emprender la huida. Mientras corría, mantenía el gatillo apretado, y solo esperaba llegar a la puerta antes que las balas mermen. Pero no fue así. El cartucho se vació cuando él estaba a unos cinco metros de la puerta, los atacantes que estaban a cubierto salieron de su escondite, y entonces, de la puerta de la cocina, salieron seis sujetos más armados hasta los dientes con nueve milímetros. Hirley ahora corría por su vida. Las balas pasaban a su lado destruyendo todo a su paso, lámparas, mesas, vidriería. Hirley corría encorvado cubriéndose la cabeza. Llegó a la puerta, la empujó con su hombro y salió disparado del lugar mientras las balas seguían volando sin cesar. Metió la mano en su bolsillo, y mientras corría por la calle tecleó un atajo rápido en la pantalla táctil de su celular antes de ponerlo contra su oreja para llamar. La línea sonó una vez antes que la voz de una mujer contestara.
-          ¡Hirley! Estás vivo.
-          ¡Sonia, por Dios, vuela las cargas explosivas AHORA!
-          Hecho.
Hirley corrió y corrió sin voltear antes que el ruido de una explosión y una repentina onda sonora lo destantee y le haga perder el equilibrio. Miró hacia atrás pero solo consiguió ver una bola de fuego que se alzaba por los cielos en el lugar donde hace unos segundos se encontraba el restaurante italiano Barzinni’s. Corrió y corrió hasta que a un par de cuadras encontró un taxi con su respectivo conductor. «Y ni siquiera pude gastarme el vino» pensó.








miércoles, 6 de noviembre de 2013

12 minutos.


La luz amarillenta del bombillo central iluminaba tenuemente la vacía habitación.
-          13 de Marzo, 1972, 11:42 PM, edificio Redrum, ala 6. Recopilación de datos, experimento 1.
-          ¿Experimento 1? – Dijo Cash con una sonrisa cansada. - ¿Acaso pretendes hacerlo de nuevo?
-          Solo es protocolo. – Contestó Centurión quitando el dedo del botón “REC” de la grabadora.
-          Más vale.
El médico entrevistador garabateó algo en un pequeño cuadernillo amarillento y continuó.
-          Ahora, Cash, me relatarás tu experiencia.
-          ¿Mi experiencia?
-          Por supuesto, tu experiencia con el… experimento.
Cash bajó la mirada a la mesa de interrogación. Sonrió con miedo. Permaneció callado mientras
jugaba nervioso con sus dedos. El silencio reinó en la sala.
-          Mira, Cash, si te niegas a relatar lo que viste, este experimento no habrá servido de nada.
-          No vi nada.
-          Algo debiste haber visto, escuchado o sentido. Te repetiré la pregunta: ¿Qué viste?
-          Mire, doctor. – Dijo Cash subiendo los codos a la mesa y acercando el rostro al de su entrevistador. – Me obligan a formar parte de un experimento inhumano, me encierran, me torturan, y más tarde que pronto me obligan a confesar lo que viví en aquél infierno.
-          Usted se puso la soga en el cuello. Le recuerdo que usted es un…
-          Asesino.
-          Convicto.
El silenció se coló nuevamente a la habitación.
-          El Estado nos autorizó los experimentos con cada uno de los convictos de la prisión. Era eso o Vietnam.
-          ¿Se supone que debería estar agradecido con ustedes?
-          En teoría. Sabía desde un principio que a pesar de todo no podíamos dejarlo morir así como así.
-          ¿Así como dejó morir a esos ancianos en Stalingrado?
-          ¿Cómo sabe usted de eso?
-          Tranquilo, doc, usted sabe perfectamente de lo que hablo. Lo que usted haya hecho en el pasado no tiene nada que ver aquí. ¿O sí?
-          El incidente en Stalingrado es punto y aparte, y aunque yo quisiera, no estoy autorizado para revelar esa clase de información. Limítese a contestar mis preguntas.
-          Oh, por supuesto que lo está, doc. Esto quedará entre nosotros.
-          Aferrémonos al protocolo.
-          ¿Por qué tiene miedo, doc? ¿Acaso le remuerde la conciencia?
-          Era parte del proyecto gubernamental, no era algo a lo que yo pudiera oponerme.
-          Y ahora le pregunto ¿Quién es más asesino que quién, los labios que ordenan o las manos que ejecutan?
El cuarto enmudeció.
-          Yo… Usted… ¿Cómo?
-          Solo conteste.
-          Ambos son igual de culpables.
-          Exacto.
-          Pero en el oficio de medicina la cosa es distinta…
-          Mire, doc, si encuentra justificación a sus actos detrás de un diploma…
-          ¡Seguía órdenes!
-          Entiendo.
-          Lo siento. Continuemos con el protocolo.
-          Claro, el protocolo.
-          ¿Qué experiencias tuvo durante y después del experimento?
-          Mientras la vida se me esfumaba lenta y dolorosamente, veía como los minutos pasaban menos a prisa, el aire en la atmósfera era más denso, y con un curioso olor a…
-          ¿Olor a qué?
-          Aceite de oliva.
-          ¿Aceite?
-          Sí. La muerte tiene un curioso olor a aceite de oliva.
Centurión garabateó algo en su libreta de apuntes.
-          Continúe.
-          Mis ojos se inyectaron lentamente en sangre, el mundo se comprimió en un curioso color carmesí. Y entonces lo vi. Sentado en el trono cósmico, estaba el Tiempo. Anciano, cutre, decrépito. Las cuencas de sus ojos estaban vacías, su boca era protuberancia negra de la que chorreaba el líquido seminal de la vida. Entonces, de su cadavérica pelvis comenzó a escurrir sangre. El plasma vital escurrió por el piso de la habitación, la galaxia, y de aquella sopa viscosa creció una flor. El vegetal se fue desarrollando a paso acelerado y de él brotó la madre tierra.
-          Dios…
-          La Madre Tierra se puso de pie y comenzó a beber aquél líquido que le chorreaba al Tiempo de los labios. Cuando terminó aquél curioso ritual, la Madre ya estaba preñada. – Cash hizo una pausa antes de continuar. – Tardé en comprender, doc, pero la historia del universo estaba frente a mis ojos, como una película de baja de calidad ¡Y era yo el espectador! 
-          Fascinante.
-          Más que eso ¡Era magnánimo, apoteósico! Si hubiera visto… No puedo describir lo que vi a continuación.
-          Intente.
-          ¿Por qué no me relata lo que ocurrió en Europa?
Centurión se retiró los anteojos en señal de impotencia.
-          Mire, Cash…
-          No tiene por qué contármelo, ya lo sé. Ahí, entre toda esa escena maquiavélica, pude ver la historia de la humanidad, entre las finas líneas de las que dio a luz la Madre, pude alcanzar a ver sus pecados de guerra, doctor.
-          Mire, si intenta asustarme…
-          Inyectar potasio a un niño con albinismo solo para ver qué ocurría ¿No le parece una abominación?
-          ¡Era en nombre de la ciencia!
-          Muchas cosas se han hecho en nombre de la ciencia, así como también en nombre de Dios o en nombre de la Paz.
-          ¡Son cosas totalmente opuestas, usted no entendería!
-          Oh, doc, claro que entiendo. YA entiendo. – Cash rio entre dientes. – Ahora contésteme ¿Cómo me liberó de ese letargo previo a la extinción total de mi vida al que usted y sus simios capitalistas me indujeron?
-          Entre los planes estaba….
-          No, doc, no me refiero a qué estaba entre los planes, me refiero a CÓMO lo hizo. Es más, ¿Consiguió siquiera revivirme?
-          ¿Qué clase de pregunta estúpida intenta formular? ¡Por supuesto que sí, maldita sea!
-          ¿Está seguro?
-          Bueno, nosotros…
-          Contésteme, doc, ¿Cómo llegamos a este lugar?
-          Yo… No recuerdo.
Cash volvió a sonreír entre dientes.
-          ¿Sabe siquiera dónde estamos?
-          Sí… Estamos en…. Edificio Rudrem, ala 6.
-          El edificio Rudrem no tiene ninguna ala 6.
-          Mire, Cash….
-          Regreso a mi pregunta anterior. ¿Cómo me despertó?
-          Nosotros…. El experimento… El estado de letargo solo era momentáneo, nuestras teorías…. Si todo marchaba de acuerdo al plan, usted regresaría a la vida en no menos de….
-          ¿Sabía, doc, que el cerebro mantiene la actividad cerebral por 12 minutos después de la muerte?
-          Sí.
-          ¿Sabe cuánto tiempo llevamos en este lugar?
El doctor Centurión echó un vistazo a su reloj de pulso.
-          Alrededor de 10 minutos.
Cash mantenía una sonrisa de oreja a oreja.
- Dígame, doc, ¿No sintió dolor?
- ¿De qué mierda hablas? - vociferó Centurión perdiendo la paciencia. 
-          Que tenga dulces sueños, Doctor Centurión.


El mundo comenzó a teñirse de un rojo carmesí ante la vista atónita de Centurión. La habitación en donde se encontraba se había esfumado por completo, ahora estaba en ningún lugar, perdido. Vio a una abominable figura sentada en una cutre silla de madera, el hombre estaba tendido en ella, casi recostado. El sitio donde debían estar los globos oculares estaba vacío, la boca era una cuenca protuberante de la que corría un líquido seminal. Entonces, de la cochambrosa escena brotó un curioso olor a aceite de oliva. 


martes, 1 de octubre de 2013

Colega, me alegro por ti.


Colega, amigo, hermano,
te tengo que felicitar de antemano
por que al parecer
ya encontraste un querer.

Y te lo digo con alegría
el amor es una hermosa melodía
cuando se escucha con atención.

De repente todas las letras de mis versos
toman un solo sentido, una única dirección
y es cuando te percatas que ni las libras esterlinas
se comparan con el valor de un beso sincero.

Las palabras "romance" y "amantes"
se vuelven azúcares de una delicada fruta madura
mientras que el odio y la amargura
desaparecen temporalmente de tu dicción.

Ni el más placentero vicio
se compara con el oficio
amateur de querer
a la dueña de tus sonrisas
en cada amanecer.

Las noches solitarias
se convierten en espadas
y tú, víctima de la hojarasca
te bañas en la cascada de esperanza
de verla otra vez.

Te sientes grande y con mucha suerte
y es el romance el que guía tus pasos 
en los días laboriosos y cansados
mientras que tus ojos ajados 
se sienten afortunados
cuando la tienes frente a ti.

No olvides que quererla no es una obligación, 
es un placer
pero no nos descuides a nosotros tus amigos
que aunque ella, Dios no lo quiera,
se aleje de ti,
nosotros siempre,
  estaremos aquí. 








miércoles, 18 de septiembre de 2013

Todos somos peleadores.

Fragmento extraído del capítulo 8 de Crónicas de Ciudad Quiroz. 

Por Moisés Kú.

Bryan Martínez dirigiendose a Valdemir Martínez:
-         ¿Sabes por qué hacemos esto? ¿Quieres saber por qué lo hacemos? Por qué somos peleadores, Xaire, eso es lo que somos, nos guste o no, es todo lo que sabemos hacer en esta vida: pelear. Nacimos y crecimos en lo más bajo de esta ciudad, y mira ahora en donde estamos. Fuimos los condenados, fuimos traídos a este mundo a pelear, ¿Pero quién se libra de eso? Todos y cada uno está condenado a pelear en algún momento de su vida, la única diferencia, es que nosotros lo hacemos dentro de un ring. Cada uno busca su esquina y sale a combatir en este encuentro sin límite de tiempo que llamamos vida. No hay reglas, no hay trampas, sólo tú y la vida. Te golpeará, a veces hasta te derribará y la cuenta de diez  segundos comenzará su rutinaria escala del uno al diez. Ahora es cuando te toca escoger. Estás en el piso desangrando de muerte ¿Qué harás? ¿Te quedarás en el suelo a morir lentamente o te levantarás a devolverle a la vida, a esa hija de puta, los golpes que te propinó? Así es, Xaire, todos somos peleadores. En cuanto a Espectro, ¿No fuiste tú el que me aconsejó y veló por verme progresar en este mundo? Ahora me toca a mí aconsejarte y velar por ti. No importa lo que pase allá arriba, primo, siempre nos tendrás a nosotros tus amigos. Pero no dejes que esa incertidumbre te mate. Muchas peleas se pierden sin siquiera disputarse, pero esto depende de ti. Es una moneda al aire. Confío en ti, Xaire, pero necesito que tú confíes en ti. ¿Está claro? Prepárate bien, por qué esta pelea será digna de recordar por siempre. 

martes, 20 de agosto de 2013

Efectos colaterales de eso que llamamos amor.


"Caminaba
y con el caminar pensaba,
eran pensamientos aleatorios,
desordenados, caóticos,
coléricos e ilógicos."

Tú,
magnífica, retórica, lírica,
teórica, letífica y melódica.
fina, pura, libre de pecado,
quien no me atrevo a tocar,
sería como profanar
lo sagrado.

Me pregunto si debo aspirar
a tus labios
como pétalos de una rosa
perfumados en fragancia
marchita de incertidumbre.
Tú, la noche misma
tu única presencia, una hermosa lumbre.

Tus manos, una flor de lis
tus párpados
que al cerrarlos
me transfieren a un universo gris
pues me privas de la belleza
que cualquier miembro de la realeza
estaría obligado a envidiar.

Pronuncias mi nombre
y por un instante
mi vida tiene sentido,
la ciudad se torna silente,
el viento ausente
y mi deseo adolescente
encuentra esquina
en la melanina
de tu piel.

Me llamas nuevamente
y comprendo que en ti
recae la prueba viviente
pues solo un ser omnipotente
y elocuente
sería capaz de concebirte.

Me llamas y comprendo
la trampa divina que propones
pues mujeres como tú
son la prueba fehaciente
que existe un cielo a donde ir.

Me sonríes,
me embriago,
viajo largas alturas
sin despegarme de los suelos
y la locura
taciturna
hace que mil fotogramas
pasen a millonésimas de segundo,
como si el mundo
se fuera a desparramar.

Comprendo entonces tu perfección
y es exactamente esa mala broma
la que me impregna del aroma
de quererte sin explicación.







martes, 6 de agosto de 2013

A pesar de todo.

...Y a pesar de todo
le sigo apostando a la bondad,
mantengo la esperanza
y sigo creyendo que la cicatriz de ayer
se puede borrar 
con la miel
de hacer el bien

A pesar de todo
sigo creyendo
que la sonrisa es el mejor remedio
al mal ajeno
y que a pesar de las desventuras
siempre perdura
si se mantiene la cordura

que el amor 
es indefinible 
y que es solo tangible
cuando se da sin explicación

A pesar de todo
confío en las personas,
me gusta imaginar
que algún día también harán
de esto un mejor lugar

A pesar de todo 
creo que las utopías son reales
y que un hombre,
libre de todos los males,
puede alcanzarlas
si así se lo propone

A pesar de las traiciones 
y tragedias
creo que la amistad vale más
que cualquier tesoro,
que con una pluma y papel
se obtienen obras magistrales, 
que no existe tiempo ni edades
y que el peor remedio
para los males
es la soledad voluntaria

A pesar de todo 
mantengo mis principios 
porque eso es lo primero;
ser leal, honesto y sincero
no es ningún tormento
y que es de grandes
admitir
que a veces la culpa es de uno mismo
no de otros ni sus acciones 
si no de las malas decisiones

que el peor error
de todo ser humano
es dudar de sus capacidades
Y para que uno pueda amarse
nunca
nunca
 hay que subestimarse.




jueves, 25 de julio de 2013

Confesionario.


Con apatía confieso
que he pecado de palabra, obra y omisión.
¿Qué sentido tiene esta confesión
si ni siquiera hago el esfuerzo
de retractarme de mi pasado,
errores y pecados? 


domingo, 21 de julio de 2013

Musa


Mi deseo obsceno es una debilidad,
es una doble arma
que me obliga a matar el tiempo,
éste pasa lento sin tu aliento.

Huyo de tu mirada, de tu caminar
como si el destino quisiera jugar
conmigo.
Quisiera fingir que soy tu amigo. 

Ese no es el problema,
eres mi adicción
y quiero que entiendas que contigo todo es perfecto.
Aunque no quiera ese es el efecto

de tu aroma dulce, de tu calidez
que me hace perder la cordura
 poco a poco.
Eres la utopía humana de este loco. 

La medicina exacta de mi gran maldad,
la anestesia de mi cuerpo y de mi mente
eres el calmante.
Me queda grande la palabra amante.

Me mantengo en pie, trato de aceptar
y me mantengo en pie de guerra
 por lo que podría pasar;
en el amor no soy el mejor estratega

Y mis mil derrotas te lo corroborarán
pero por desgracia para mí
 así es la vida
algunas veces te sube otras te tira.

Mi sexto sentido, mi instinto animal
es algo que espero que entiendas,
por favor,
desde que te conozco soy un hombre mejor. 

Y te escribo tratando de no redundar
aunque para mi sólo pensar en ti ya es redundante.
Mantengo paciente
mi paciencia restante.

A veces olvido que debo olvidar,
hundirme en tus brazos sería la cura ideal.
Quiero que sepas
que camino a tientas

cuando estas lejos o sólo no estás
y me muevo a ciegas como navío mercante
naufragando en un río
de sangre. 

Aunque te encuentres lejos en ningún lugar
me gustaría entregarte mi alma y toda mi fortuna.
Si tan solo
tuviera una. 

No tengo una familia de linaje real
pero quiero que entiendas que por ti podría esperar.
Los años 
pasarán volando. 

Un beso tuyo me podría salvar,
podría ser el soplo de aire que le hace falta a mi vida.
Podrías rescatar 
a esta fruta podrida.

Mi mente austera no duda en pensar
grabada en mi mente y en mi piel marcada te encuentras.
Tu sonrisa mil melodías
me inventa.

Eres el reflejo de mi perdición,
eres el esmalte sobre mi roca caliza. 
Dibujo para ti este
corazón de tiza.

Y espero que después de esto puedas entender
que en mi vida no eres ninguna intrusa;
quiero ser un héroe griego
y que tu seas mi musa. 



















sábado, 6 de julio de 2013

Sueños en Fa Sostenido (Sueños de músico II)


Bien lo supe desde el momento de nacer
que sólo estoy aquí para perecer.
Nací con un propósito
que depende del auditor
para obsequiarle el regalo más sincero:
 Una emoción.

Viaje por los aires con un sueño,
en una milésima de segundo crecí
todo para llegar en tiempo en forma
a mi blanco, a mí a señuelo 
a mi final, a mi anhelo
Crecí, viaje y soñé. Todo para llegar a ti.

Un suicidio voluntario
 al que me encuentro aferrado
por decisión propia moriré sin replicar.
Muchos otros tras mí llegarán
todos tan distintos, todos tan igual
muy pocos me sabrán identificar.

Pero mi muerte no es una tragedia 
sin ninguna duda tengo que confesar
que morir es algo que me alegra
porque moriré sabiendo que después de todo
alguien me quiso escuchar.

Y moriré porque es necesario
porque soy parte de este proceso rudimentario
una de los más hermosos de la naturaleza humana
me convertiré en un murmullo, en un pensamiento,
en una sonrisa o en un recuerdo,
en una lágrima, en una esperanza para el alma.

Y cuando todo acabe te sonreiré desde aquél lugar
en donde nacen los besos
donde todos tenemos una oportunidad
y sabré muy alegre que mi corta vida valió cada ocasión
por que te obsequié el regalo más sincero:
Una canción.

Así habló aquella nota musical cuando su vida comenzó en la base metálica del saxofón.

lunes, 1 de julio de 2013

Campeón.


-¿Qué crees que haces? - le gritó mi mente a mi cuerpo. - ¿Qué crees que estás haciendo, por qué te detienes?
- Ya no puedo más. - Contestó éste con sus pulmones necesitados de aire. -Estoy agotado. 
- ¿Pero qué estás diciendo?
- Lo siento, me han golpeado, estoy estropeado, el dolor me invade, el oxígeno me hace falta,  necesito agua, ya no tengo energía...
- No me digas que arrojarás la toalla ya.
- No me queda de otra. Lo siento.
- ¿Este es el fin? ¿Y las promesas que te hiciste cuando eras un niño? ¡Dijiste que lucharías por ser el mejor!
- Eramos niños en ese entonces ¡No sabíamos lo que estábamos diciendo!
- Claro que sí lo sabíamos: Soñábamos.
- Exacto, eran simples sueños. 
- ¡No! ¡No eran simples sueños, eran más que eso! 
- Eran fantasías de un pequeño crío.
- ¡Era más que eso, eran anhelos! ¡Deseos! Deseos que nos trajeron hasta donde estamos ahora. Deseos que nos motivaron, que te hacían correr cada mañana, entrenar cada tarde, pelear cada noche. Eran anhelos que nos impulsaron, cada bocanada de aire era polvo de una estrella que se guardaba en el corazón y que nos acercaban hasta nuestra meta: Estar aquí esta noche. 
- ¡Lo haces parecer tan fácil! ¡Te recuerdo que fui yo el que sufrió las horas de explosivo entrenamiento, los castigos, las lesiones, no tú!
- Oh claro que sufrí. Sufría con las noches de insomnio, con el estrés, sufría con cada obstáculo físico que se me presentaba y que no podíamos superar, sufrí con cada maldita derrota, sufrí, sufrí, sufrí. Pero fue eso, esa estúpida promesa la que me mantuvo en el juego, esa promesa, ¡La de ser campeón! ¡Y por eso estamos acá!
- Pero esto es diferente, por más que yo quiera yo ya no puedo.... ¿Qué estás haciendo? 
- Si tú ya no quieres responder tendré que hacerlo yo.
- ¡Mis funciones no son de tu incumbencia! ¡Te ordeno que me dejes ahora, concéntrate en lo tuyo y yo me concentraré en lo mío!
- Claro que me concentraré en lo mío, ¡Cuando salgamos de aquí con la victoria!
- ¡Tú no sabes el daño que nos harás, nuestros niveles de azúcar son bajos, estamos al borde de la deshidratación, si seguimos peleando podríamos morir!
- Lo sé, pero también podríamos ganar. 
- ¡Nos vas a matar, olvida esa estúpida promesa!
- ¡No! ¡Mucha gente nos apoya esta noche, mucha gente cree en nosotros, y lo menos que podemos hacer es creer en nosotros mismos! Los años han pasado, los planes y los motivos para hacerlo también, pero la meta es la misma. Hemos llegado hasta acá, hemos tropezado en el camino, pero al final estamos acá, no desperdiciaré esta oportunidad sólo por que tú te rehúsas a continuar. Saldré a pelear, saldré y le demostraré a todos esos que se burlaron de nosotros de qué estamos hechos. 
- ¡Estás loco! 


- Se está poniendo de pie ¡No lo puedo creer! Después de ese golpe que lo sacó de la pelea el retador se está poniendo de pie. - Dijeron los comentaristas deportivos con suma emoción.
El referí se acercó a él y lo tomó de los guantes.
- ¿Puedes continuar? 
El retador lo pensó un segundo y recordó aquellas palabras: "Cuando mi cuerpo me dice que me detenga, es mi mente la que me dice que siga luchando". 
- Sí. Puedo continuar. 
Subió la guardia, miró al cielo y clavó la vista a su rival y recordó. 

- ¡Seré el campeón, papi, te prometo que seré el mejor! - Se vio a sí mismo de 6 años. - Seré grande y fuerte.
 Su padre lo tomó en sus brazos y le dijo.
- Claro que sí, hijo, aunque para mí tú ya eres un campeón. 

Volvió a la realidad. Estaba allí frente a millones de personas. Cerró el puño dentro del guante y se lanzó con decisión y valentía contra el hombre que lo había mandado a la lona anteriormente, ignorando que al amanecer el día siguiente, los periódicos de todo el globo elogiarían su nombre como el dueño del cinturón que lo proclamaría como el nuevo campeón del mundo. 

domingo, 30 de junio de 2013

Una vieja conocida.


- Ah mira, allá estás. Ya te habías tardado en llegar,vieja amiga. Lo sé, ya es muy tarde... o muy temprano, como lo quieras ver. No, últimamente malgasto mis noches en vela frente a la chimenea. Reflexiono, eso es todo. ¿Esto? hago mis noches más amenas con un poco de coñac... oh claro, es que la última vez que nos vimos aún no tenía estos gustos por las bebidas alcohólicas. ¿Pero dónde esta mi educación? ¿Deseas algo para tomar? ¿Coñac, gaseosa, agua, cualquier cosa? Eres mi acompañante, siéntete libre para pedirme cualquier cosa. Toma asiento por favor ¿De qué quieres charlar, compañera? La noche es muy corta  y el tiempo y la felicidad se me agotan gota a gota. Me sorprende que estés aquí ¿sabes? la verdad es que ya no tengo nada ni nadie... ¿Ella? ¿Te refieres a ella? Hablar de eso, del pasado con más exactitud, todavía se me hace muy difícil. Permíteme un segundo ¿Sí? necesito tomar mi medicamento. No he estado muy bien de salud, es raro, pero ya ni recuerdo para qué eran estas tabletas. Es indiferente. ¿En qué estaba? Ah claro, me preguntabas por ella. Si tu pregunta era en dónde está o qué está haciendo ahora, no lo sé, pero si tu pregunta en cambio era qué pasó, déjame decirte que también lo ignoro. No soy el hombre indicado para contestar tus preguntas. Tengo recuerdos.... recuerdos que mueren en mí como pequeñas gotas kamikazes y que solo me hacen la vida imposible. A veces encuentro su rostro entre pequeños soplos suicidas, como presagios de mi inminente armagedón.


A veces me levanto por las mañanas, después de un tétrico sueño espantoso, me levanto, doy unos pasos, me miro al espejo y ese hombre del otro lado me mira con rabia y me grita "¡¿POR QUÉ LA DEJASTE IR, IMBÉCIL!?". Le contesto asustado que no fue mi culpa, que no pude hacer nada, que fue decisión suya abandonarme sin motivo aparente. "¡¿POR QUÉ NO FUISTE TRAS ELLA?!" me grita otra vez, a lo que yo aprieto los dientes y me pregunto a mi mismo "¿por qué no fui tras ella?"  y él me reprocha con una ira salvaje.

A veces paso días enteros llorando lágrimas saladas de rabia y desolación, por que sé que no fui lo suficientemente hombre para ella y que ahora se encuentra con otro en España, Uruguay o Japón. Ya ni sé de donde fue la última carta que recibí. Sólo tengo la certeza que ya no piensa en mí ¿Y por qué debería hacerlo? ahora tiene a otro con quien perder el tiempo, besándolo, sonriendo con él, haciéndole el amor mientras yo estoy aquí olvidando que debí olvidar.

Otras noches duermo tranquilo y despierto con la certeza de que ahora mismo su cadáver descansa en una bolsa negra de basura debajo del segundo árbol a la derecha de la entrada de la calle de las lomas. Sólo lo sé, es más, a veces no sé si sé.

Algunas ocasiones me trago las lágrimas y paso horas recordando el momento en el que aquél hombre, ese mismo que me persigue en mis pesadillas, la asesina y la descuartiza frente a mis impotentes ojos. Ella pide socorro, pero sus gritos son sofocados por ese bollo de tela que obstruye su boca mientras la navaja de aquél individuo la despoja de su piel.

En otros instantes leo la nota periodística en donde me informan con lujo de detalles del accidente automovilístico en donde perdió la vida. Veo las imágenes de su cuerpo mutilado contra el vidrio del parabrisas y vomito mi desayuno cuando recuerdo la oscura sesión en la morgue en donde tengo la forzosa tarea de reconocer su maltrecho cadáver. Mi mente se impregna de fotos momentáneas de su desnudo cuerpo sin vida, como si de un trauma se tratara.

En otros momentos me encuentro repitiendo el momento en donde me veo a mi mismo ahogándola en la bañera con mis propias manos, ella forcejea por su vida que eclipsa lentamente gracias al autor que le puso punto final a su respirar: YO.

No sé qué es cierto y qué no lo es, no sé cual de todas estas historias pasó en realidad, quizás tengan algo en común, tal vez sólo son el invento de mi pobre mente agotada. Quizás ninguna pasó ¡O peor aún, quizás todas pasaron! Pero si de algo estoy seguro es que ella ya no está aquí.
Es difícil de comprender, vieja amiga, pero ni siquiera sé cuanto tiempo llevo sin ella. A veces despierto seguro que han transcurrido 3 días, luego despierto y el calendario me informa que han pasado 10 años. Como si el tiempo se amoldara al recuerdo de momento que estoy viviendo.
A decir verdad esto se sienta bien, por que si voy a tener un pasado ¡Que sea de opción múltiple!

No, juro que no estoy loco, te lo juro por mi madre que en paz descanse. Sólo estoy confundido, necesito aclarar un poco mis ideas al respecto. Quédate conmigo, por favor, no me dejes como lo han hecho todos. Prométeme que no te irás, te lo suplico, amiga mía, vieja conocida, tú de quien nunca me ha extrañado su presencia, que siempre está conmigo. Socorre a tu viejo amigo.

¿No me dirás nada? ¿No piensas decir nada? ¿POR QUÉ NO ME DICES NADA, MALDITA SEA?

Disculpa mis arrebatos y mi falta de cortesía, vieja amiga, es que veces olvido que la soledad es muda.